Orbea Oiz ¿Sabías esto?

¿Qué es un sistema de amortiguación regresivo y por qué nadie habla de él?

Durante años, la Orbea Oiz ha sido una de las bicicletas de doble suspensión más populares en España. Se ha hablado de su ligereza, su diseño monopivote, la optimización del carbono… pero hay un detalle técnico que ha pasado desapercibido, incluso para muchos de los que ya la tienen en su garaje. Y lo más curioso es que ni la propia Orbea lo menciona en su web. Hoy te voy a contar eso que nadie te ha contado de la Oiz: su sistema de amortiguación regresiva.

Lo normal en la mayoría de bicis del mercado es encontrar sistemas de amortiguación progresivos. Marcas como Specialized, Cannondale, Canyon, Trek… todas usan sistemas que, en términos simples, se endurecen a medida que el amortiguador se va comprimiendo. Es decir, al principio son sensibles y cómodos, pero al final del recorrido se vuelven más duros para evitar hacer tope.

En cambio, el sistema regresivo —como el que utiliza la Orbea Oiz— hace justo lo contrario: empieza siendo más firme al inicio del recorrido y se suaviza a medida que avanza. Sí, suena raro, pero tiene mucho sentido si lo analizamos en detalle.

 El diseño lo es todo

Cuando hablamos de progresivo o regresivo, no estamos hablando del amortiguador en , sino del diseño del cuadro: los puntos de giro, el basculante, la bieleta… Todo eso define el comportamiento general de la suspensión. Luego, claro, el amortiguador también tiene su ajuste interno, su «tuneo», pero no determina si el sistema es progresivo o regresivo.

¿Cómo se comporta un sistema progresivo?

Para entenderlo rápido: un sistema progresivo es muy sensible al principio. En subidas técnicas, esto ayuda a que la rueda trasera se adapte a las irregularidades del terreno —piedrecillas, raíces, etc.—. Pero el precio a pagar es que cuando abrimos el amortiguador, especialmente en bicis con tres posiciones (abierto, intermedio y cerrado), el propio peso del ciclista puede hacer que la bici se hunda demasiado en el primer tramo del recorrido.

Esto altera la geometría de la bici, cerrando el ángulo del tubo del sillín y, por tanto, modificando tu postura de pedaleo. ¿Consecuencia directa? Menor eficiencia y más dificultad para generar fuerza.

¿Qué aporta entonces el sistema regresivo de la Orbea Oiz?

Aquí es donde viene lo interesante. En la Orbea Oiz, esa primera parte del recorrido es firme, así que al abrir el amortiguador, la bici no se hunde como otras. El resultado es que tu posición sobre la bici se mantiene estable, sin afectar a la biomecánica del pedaleo.

Es decir, sigues pedaleando con un ángulo óptimo de cadera, y eso marca una gran diferencia en términos de eficiencia. En especial en mountain bike, donde raramente pedaleamos en llano y donde las subidas pronunciadas son el pan de cada día.

Plataforma natural de pedaleo

Otra ventaja de esta configuración es que, incluso con el amortiguador en posición abierta, la Orbea Oiz ofrece una especie de plataforma de pedaleo natural. No contamina el pedaleo, no se hunde innecesariamente… y eso da una sensación de bici más reactiva, más viva, más XC, incluso aunque estemos hablando de una bicicleta con 120 mm de recorrido.

El reto de diseñar una suspensión regresiva

Ander Corral, Product Manager de Orbea, lo explicó muy bien: el gran desafío al diseñar un sistema así es encontrar el equilibrio. Que el primer tramo no sea demasiado duro, pero tampoco tan blando como para comprometer la geometría. Y que el final del recorrido absorba los impactos sin hacer tope constantemente.

Por eso, no solo el diseño del cuadro es clave, sino también la elección y el tuneo del amortiguador. En la Oiz, este trabajo está súper cuidado: cada versión tiene un setting específico de amortiguador, testado tanto en simulaciones como en pruebas reales. Y sí, marca diferencias.

Más recorrido, pero misma esencia

Uno de los puntos más valorados de la nueva Oiz es que, pese a pasar de 100 mm a 120 mm de recorrido, ha mantenido su carácter de bici de rally puro. Donde otras marcas han perdido reactividad al priorizar la capacidad bajadora (con geometrías más lanzadas y suspensiones más tragonas), Orbea ha sabido conservar esa viveza típica de las XC de toda la vida.

Y gran parte de ese mérito es, precisamente, del sistema regresivo. Una rareza en el mundo actual del mountain bike, pero que da resultados sorprendentes.

 

En resumen: Lo que nadie te ha contado (hasta ahora)

Después de todo esto, hay tres conclusiones clave que me gustaría remarcar:

  1. Las apariencias engañan. Aunque varias bicis parezcan similares en diseño, el comportamiento puede ser totalmente distinto. La posición del amortiguador no lo dice todo.

  2. El mismo sistema (monopivote + bieleta + flexión de tirantes) puede comportarse de forma muy distinta según cómo esté diseñado.

  3. Y lo más importante: la Orbea Oiz ha conseguido mantener el ADN racing de sus versiones de 100 mm en un modelo más moderno de 120 mm. Y lo ha hecho gracias, en gran parte, a su sistema de amortiguación regresiva, que mejora la eficiencia, respeta tu biomecánica y da un pedaleo muy limpio incluso con suspensiones abiertas.

¿Tú que opinas?

¿Te convence más un sistema progresivo o regresivo?

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